martes, 5 de marzo de 2013

Ampliamos


Desde que empezamos en la aventura de "vivir en Holanda", siempre nos rondaba la misma pregunta:

¿será suficiente lo que hacemos?

Como el ñajo progresaba y nosotros, muy dados a ser comodones, no nos movíamos creíamos que si. Pero el destino o mi empeño, llámalo como quieras, nos hizo toparnos con una pedagoga que hace terapia a domicilio. Tras el intercambio de muchos mails, nos reunimos, hablamos durante más de una hora y quedamos en pensar en el tema; yo salí del café donde quedamos con la firme intención de contratarla, por suerte mi pareja opinaba lo mismo.

El sábado fue la primera sesión y pese a ser solo una sesión, estoy firmemente convencida de que es lo que teníamos que hacer. Primero hablamos toda la familia con ella, la princesa solo quería que viera su habitación de los juguetes, luego nos fuimos y dejamos a M. y al ñajo a solas: la idea era trabajar el pedir pero la princesa con voz pedigüeña le dijo: estaría muy bien, si el ñajo diera besos y abrazos.
Volvimos un poco antes y nos encontramos una casa llena de carcajadas: M. por los suelos y el ñajo desmontado de risa.

Esa noche, a la hora de ir a dormir recibi mis primeros dos besos desde que olvido como se daban. Subí a una nube y cuando estaba a punto de bajar, era la noche siguiente y volví a recibirlos. La noche siguiente no hubo besos pero quizá hoy vuelvan...

Tengo la suerte de tener en casa el ñajo con TEA más cariñoso del mundo y aunque tarde mucho en volver a sentir su muaaa en mi cara, veo la suya cuando recibe los míos y eso, eso hoy por hoy es suficiente; que quiera abracitos, que quiera mimos, que le encante que le bese ya es un mundo.
Sus besos, simplemente, me hacen ir y volver de la luna.

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